La exposición de la catalana abrió un ir y venir de ideas y cuestiones que se convirtió en un diálogo abierto con las y los jóvenes que se dieron cita al auditorio Juan Rulfo de la FIL Guadalajara
Una de las preguntas más complicadas que respondió la escritora barcelonesa Maite Carranza, quien ha explorado la creación literaria para público juvenil, es cómo se podría contar en un relato literario como el que emplea en Una bala para el recuerdo (2017) —y en el que narra pasajes de la dictadura franquista— para relatar un momento como el de hoy, donde está de por medio la tecnología, el Internet y las comunicaciones digitales que unen a todo el mundo.
La autora dijo que todo existe hasta que deja de existir y recordó que en la actualidad se vive en una falsedad donde se piensa que con la cuestión tecnológica nada fallará, sin embargo, apuntó que eso no es una limitante para que quienes deseen control e implantar una idea sobre un grupo social eso más bien se puede construir en un medio de control
“En Estados Unidos, por ejemplo, hay un régimen que quiere destruir todas las instituciones democráticas. En España las noticias son espeluznantes, porque crece el voto a la ultra derecha, hay jóvenes que creen que el fascismo fue muy chuli, porque no vivieron el franquismo: esa España fue miserable, mataban los profesores por tener ideas. Así que, aunque haya móviles (celulares) con eso no se puede contrarrestar. Cuando haya ideas injustas todo es posible, aunque haya telecomunicaciones. El sistema que tenemos también puede colapsar”.
La escritora, licenciada en Antropología conversó con un grupo de adolescentes dentro del marco del evento Mil jóvenes con… en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL); además de lo citado, también explicó cómo es que hace su labor como literata, cómo es que se inspira y cuáles son las temáticas que ha abordado en su obra.
Abrió la charla al decir que el mundo le enfada mucho: “No soy una gruñona, pero creo que el mundo podría ser mucho mejor de como es. La literatura es un escape contra mis enfados. Me pregunto muchas cosas y a través de la escritura me las respondo. Yo estudié antropología porque quería saber cómo es que viven los demás. Quería meter la nariz para saber qué comen, de qué hablan… eso es curiosidad y esa curiosidad me ha llevado a ser escritora”.
Añadió que en todos sus libros ha sacado cosas, incluso sus enojos: “Por cierto, me gusta la palabra “enojo”, en España no la usamos mucho, la cambiamos por “enfado”, pero esa jota que tiene “enojo” hace más énfasis en ese sentimiento. En toda novela se puede encontrar una respuesta a algo que vivimos”.
Habló de cómo hizo para construir e imaginar una historia de brujas, una figura que le llenaba de enigmas porque en todas las sociedades se les mira con un dejo de misoginia, con miedo y rechazo, aunque haya una contraparte de esa figura, que es “la bruja buena”, o sea, la mujer que cura.
Sobre sí misma, contó haberse criado con la literatura de Julio Verne, por lo que el viaje, el descubrimiento y las aventuras siempre han sido un motor para su propia inspiración: “las y los escritores tenemos la virtud del viajar sin salir de casa, así que crear historias nos permiten eso”, sentenció.
